miércoles, 4 de junio de 2008

Inaugurando


¿Quién no se ha sentido John Self?
¿Lo es él? ¿Lo eres tú? Un poco, todos. Intentamos ser el producto más puro de la capa de la tierra, el auténtico de otras épocas, el cool yanki, pero no somos más que un tanto por ciento de todo lo demás. Johns Self en potencia. Mezquinos, vulgares, sátrapas, arribistas, traidores, paranoicos, mentirosos. Todo a partes iguales. Ignorantes, también, me olvidaba. Pero, supongo, que eso nos hace entrañables, cariñosamente entrañables. ¿Quién no ha sentido ese impulso? ¿Quién no ha mentido? Que levante la mano. Quien no ha traicionado, incluso sus propios principios. En eso estamos. Santa Teresa de Jesús, sólo hubo una. Con sus estigmas y sus cosas de mujer, su púlpito, sus visiones y enseñanzas. Verlo y querer ser John. John, para siempre, con todos sus múltiples defectos, algunos lacerantes. ¿Quién no ha querido tener el pelucón más irresistible del barrio? ¿Quién no? Y salir a lucirlo. Y que todo el mundo se vuelva a mirarte. Aunque sea por un instante. Luego, para casa, a por el secador y el cepillo. No es mi caso. Ya lo saben. Pero lo de Goya y el onanismo... mmmmmm, tampoco. La carne, aunque sea recién desprecintada, aunque esté un poco lacia. Aunque... ¿y que opinaría John Self de todo ésto? Pregúntenle.
Saludos